Querida María,
Te confieso que cuando me llegó tu invitación a participar en este precioso proyecto me asusté un poco, la escritura de un libro de poesía es siempre tan misteriosa que pensé: Especie, pero ¿cómo he escrito yo este libro?
Con la prosa no tengo la misma sensación porque trabajo más sistemáticamente, dentro de lo que eso es posible en un trabajo de creación. Al emprender la escritura de una novela, por ejemplo, suelo tener perfilados dos o tres personajes y un conflicto. A partir de aquí diseño un plan de trama. En el proceso de escritura ese diseño inicial se va modificando, claro, pero al menos cuento con un mapa al que agarrarme, sin embargo, en el terreno de la poesía las cosas son muy distintas.
Con Especie, no sé explicártelo de otra forma, lo primero que sucedió fue un rumor, un canto sin texto ni orden, un impulso, si quieres. Tardé quizá un año o más en empezar a darle forma a ese rumor que era, fui entendiendo poco a poco, el sonido de la sangre, del cuerpo, de la herencia.
Una vez que permití al rumor liberarse, los poemas empezaron a fluir en distintas direcciones, sin control. Te aseguro que durante el tiempo que duró el primer proceso de escritura no tenía mucha idea de adónde iba a acabar todo aquello.
Cuando ya estaba en la fase inicial sucedió algo que no supe como interpretar en ese momento: algunas imágenes, como las de la niña Omayra Sánchez tratando de aferrarse a la vida tras la explosión del volcán del Nevado del Ruiz, o las de los refugiados españoles cruzando la frontera de Francia en 1939, empezaron a obsesionarme.
Esas imágenes me sugerían textos más bien narrativos o reflexivos que no tenían, aparentemente, nada que ver con los poemas. Durante meses pensé que esos fragmentos formaban parte de otro proyecto que aún no podía vislumbrar, tal vez de un ensayo.
Los poemas, por su parte, seguían apareciendo de forma caótica y, al mismo tiempo, otras imágenes: como las ilustraciones de Philip Hood para Man after Man de Douglas Dixon, o las de las excavaciones de Atapuerca, me daban vueltas en la mente.
Creo que empecé a entender lo que estaba pasando cuando Especie se impuso como título de aquel conjunto de poemas, imágenes y textos aparentemente inconexos. El título hizo que surgiera la estructura del libro, de la que, hasta ese momento, había sido totalmente inconsciente. Me fui dando cuenta de que los poemas tenían una suerte de adherencias, que tendían a organizarse por grupos y que, al mismo tiempo, esos grupos establecían un diálogo más o menos directo con los textos narrativos y reflexivos y con las imágenes que había ido recopilando. Fue en ese punto del proceso cuando el caos de partida empezó a tomar la forma de libro.
Luego empezó otro proceso, el de decidir qué textos se conservaban y cuáles, por reiterativos o por falta de relación temática o estilística con el resto, iban fuera. En esa etapa soy muy estricta, no me cuesta tirar a la basura lo que creo que puede entorpecer la lectura.
Finalmente me sumergí en la edición minuciosa de cada poema. Es el momento en que leo, releo y, sobre todo, «peso» el poema, trato de sentir qué palabras o qué frases lo desequilibran y le impiden levantar el vuelo. Te adjunto una muestra de poema en corrección, para que veas de qué te hablo.
Con esa última fase de tachado le puse punto final al proceso de escritura del libro, y digo «le puse fin» y no «se terminó», porque, como sabes, un libro, y más si es de poesía, no se acaba de escribir nunca. Como todo proceso orgánico, lo que sucede es que tras el acabamiento de un cuerpo se sucede un comienzo, otro rumor que se alimenta de la materia precedente.
¿Te sirve esto? Espero que sí.
Un abrazo enorme.
Pilar Fraile es autora de las novelas Días de euforia (Alianza editorial, 2020), Premio de la Crítica de Castilla y León, y Las ventajas de la vida en el campo (Caballo de Troya, 2018). Asimismo, ha publicado el libro de relatos Los nuevos pobladores (Traspiés, 2014), un ensayo sobre escritura creativa, Materiales para la ficción, de Poe a Foster Wallace (Editorial Grupo 5, 2018) y seis libros de poemas, el último, Especie (Bartleby Ed., 2023) le valió una Beca de Creación del Ministerio de Cultura. Desde 2019 colabora con El País en la sección de opinión.